25 Jan
25Jan


Parte de la emoción de bucear es el poder compartir las experiencias, y es en ése sentido que el buceo es una actividad social que trasciende más allá del grupo de quienes somos buceadores.

No sorprende que muchos llevemos cámaras de fotos y video en la mayoría de las buceadas. Compartir ese material es una buena práctica. Personas que nunca han buceado pueden ver de qué se trata y tal vez se animen y en sus próximas vacaciones los tengamos buceando a nuestro lado. También es una buena herramienta para el resto de nosotros, cuando estamos buscando información de un destino particular o de tuna buceada en concreto. A mi personalmente me gusta mirar videos en internet subidos por otros buceadores; muchas veces se observan cosas pintorescas y también se pueden aprender algunos trucos, ya sea porque se los vea hacer o porque se deduzcan de lo que no se debería haber hecho.

Pero no sería yo mismo si no expresara cuanto me desilusiona ver algunos de esos videos en los cuales gran parte de la filmación está hecha con la cámara apuntada hacia el buzo que la sostiene con un palo. Si tanto quiere el buzo salir en la foto, que se filme alguna vez de pasada, para indicar que el video es suyo y saludar si quiere; pero con mesura. Si el video se hace para analizar luego la flotabilidad u otra destreza, como por ejemplo el lanzar una bolsa de elevación, y poder mejorar mirando sus propios errores o carencias, que lo haga pero sería bueno evitar las poses y las pretensiones hollywoodenses.

Diferente es el asunto cuando se trate de un instructor o un buzo avanzado que está haciendo un video para demostrar cierta habilidad a quienes están tratando de aprenderla o pueden interesarse en hacerlo. En este último caso se entiende, se espera y se comprende; no son éstos los videos que me decepcionan cuando quiero ver la buceada y no el buzo.

Además, como buzo, no espero ver los videos de buceo como si fueran video clips musicales. Quiero sumergirme en el video, verlo a pantalla completa, escuchar los ruidos naturales, aunque en muchos de ellos no sean más que las burbujas que salen del regulador. Pero veo, cada día con más frecuencia, que en un número importante de ellos se han suprimido esos sonidos, reemplazándolos con música. ¿Por qué?

Si, la vanidad [1] y la banalidad también están presentes en nuestra actividad.

Yo también saco fotos y hago filmaciones de las buceadas, pero generalmente nunca aparezco en ellas. Además tengo que admitir que las mismas son horribles; es obvio que la fotografía submarina no es lo mío.


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[1] “ … vanidad, definitivamente mi pecado favorito …” El Abogado del Diablo, 1997, Warner Bros. Pictures.