En asuntos relativos al buceo, llamamos descompresión a los procesos físicos y fisiológicos que se producen durante el ascenso e intervienen en la eliminación del exceso de gas inerte absorbido durante la buceada. Como además parece que nos gusta ser poco claros, también llamamos descompresión a las estrategias de ascenso que ponemos en práctica para evitar la aparición de la enfermedad de descompresión [1].
El aumento de la presión ambiente o presión absoluta [2] durante el descenso provoca que nuestros tejidos absorban gas inerte [3]. Esto se debe a que una mayor presión en el entorno provoca una mayor presión en el gas contenido en nuestros pulmones. La presión parcial [4] del nitrógeno, y/o del helio o cualquier otro gas que conforme la mezcla que estamos utilizando, seguirá el mismo ritmo. Cuando la presión parcial de un gas es mayor en nuestros pulmones que en nuestro sistema circulatorio, producto del aumento de la misma por estar descendiendo, dicho gas se difundirá hacia el torrente sanguíneo.
Del sistema circulatorio pasará a los diferentes tejidos que este bañe, ya que estos últimos también presentarán menor presión parcial del gas en cuestión que la existente en los sistemas respiratorio y circulatorio respectivamente, ya que estamos descendiendo.
Durante el ascenso ocurre lo contrario. La disminución de la presión ambiente reducirá la presión parcial de por ejemplo el Nitrógeno en nuestros pulmones, lo que acareará una difusión del Nitrógeno desde el sistema circulatorio al respiratorio, y en consecuencia de los diferentes tejidos hacia el sistema circulatorio.
En ambos casos, absorbiendo y eliminando los gases inertes que respiramos durante el descenso y el ascenso, el motor del proceso es la diferencia de presión que dichos gases poseen en las diferentes partes de nuestro organismo [5].
Los diferentes modelos de descompresión buscan indicarnos cual es el mejor perfil de ascenso a seguir para los diferentes perfiles de buceadas que encaramos. Los tiempos y profundidades de la buceada en curso, así como residuos de gases inertes aún en nuestro organismo de buceadas previas, determinarán la profundidad y el tiempo de las paradas de descompresión que debamos realizar.
Si bien las velocidades de ascenso más comúnmente recomendadas han llegado casi casi a un acuerdo unánime por parte de buzos, agencias y otros organismos, no ha sucedido lo mismo con las paradas de descompresión que una buceada dada requerirá.
Hoy día, y siempre hablando de buceo recreativo, existen dos modelos fundamentales en los que se basan los diferentes algoritmos de cálculo de los perfiles de descompresión: los modelos de gas disuelto y los de dinámica de burbujas. Cada uno de ellos tiene sus adeptos y sus detractores, sus pro y sus contra. Y como no podía ser de otra manera, algunos buzos tenemos nuestras preferencia hacia uno u otro. Pero es importante notar que la enorme mayoría de los buzos recreativos no poseen preferencia a este respecto, por el simple hecho de que no conocen lo suficiente del tema y se limitan a hacer lo que se les dice o lo que leen por aquí y por allá. Es por ese motivo que tenemos que ser cautos al indicar a otros buzos, generalmente menos experientes, lo que deben hacer.
Sin importar cual modelo se prefiera, y siempre desde un punto de vista práctico, tenemos que aceptar que la ocurrencia de la enfermedad de descompresión, si bien puede tener innumerables factores desencadenantes, posee una única causa primaria: no hacer la descompresión suficiente.
En otras palabras, sin importar el perfil retorcido de la buceada que se esté realizando y la extrañas mezclas que el buzo ha llevado consigo, existirá un mínimo de descompresión que deberá realizar para evitar sufrir la enfermedad de descompresión, más allá de lo que su modelo de descompresión le indique. El modelo puede estar equivocado, la realidad física y fisiológica del buzo puede ser un factor importante en esa buceada en particular, su nivel de cansancio, de estrés, de deshidratación, el esfuerzo que ha tenido que realizar en la buceada puede haber sido extremo, etc. Pero aún así habrá al menos un perfil de descompresión [6] que lo mantendrá libre de la enfermedad de descompresión, aunque no sepamos cual es.
El punto importante de todo esto es que el buzo debe poner su mayor esfuerzo en hacer la cantidad suficiente de descompresión que la buceada en cuestión requiere. ¿Cómo saberlo? Bueno, no escatime en tiempo de descompresión. Algunos minutos menos de descompresión no valen la pena si lo que está en juego es una embolia cerebral.
Que el motivo por el cual elija uno u otro modelo de descompresión no sea el ahorrarse unos minutos en el ascenso.
Que el motivo por el cual elija una computadora de buceo no sea el que ésta lo saca del agua unos minutos antes que la otra. Lo que está en juego no es tiempo, sino riesgo de sufrir la enfermedad de descompresión.
No recorte sus últimas paradas de descompresión “porque la computadora de su compañero dice que ya es seguro ascender”.
Tal vez lo contrario sea lo prudente. Extienda aquellas paradas por encima de los 9 metros o 30 pies [7] algunos minutos extra [8]. También puede ser conveniente agregar una parada a los 3 metros o 10 pies, aunque la computadora no se lo ordene [8]. Estará agregando margen de seguridad a su buceada, estará reduciendo riesgos.
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[1] Parece un juego de palabras, pero no lo es.
[2] Hablando siempre de buceo, el término “presión absoluta”, hace referencia a la presión ambiente que el buzo experimenta debajo del agua y que tiene como componentes la presión de la columna de agua en la cual se encuentra inmerso y la presión de la atmósfera en la superficie. Se mide en atmósferas (atm) o bares (bar). Para quienes utilizan el sistema imperial se ha modificado la abreviación de la unidad atm por ata para indicar explícitamente que se trata de presión absoluta.
[3] Nuestros tejidos, desde un punto de vista práctico, se comportan como un líquido en lo concerniente a la absorción de gases con los que entran en contacto, obedeciendo la ley de Henry a éste respecto.
[4] El término “presión parcial” de un gas determinado hacer referencia al aporte exclusivo de ese gas a la presión absoluta de la mezcla de la cual forma parte, según la ley de Dalton.
[5] Recordemos que en el buceo recreativo realizamos un sinnúmero de simplificaciones prácticas. No estamos ni en clase ni preparando un texto de fisiología o física.
[6] Es una esperanza, una convicción, sin la cual no realizaríamos la bueada en cuestión.
[7] De acuerdo a los estudios de Haldane y Workman, por encima de los 9 metros o 30 pies no se absorbe gas inerte que deba ser eliminado antes de emerger por riesgo a la enfermedad de descompresión. Recordemos que no estamos hablando de pasar dos horas extras a estas profundidades, sino tan solo algunos minutos más.
[8] Trato de hacerlo en toda buceada de descompresión en la que participo. La única excepción a esto es cuando las características del sitio, físicas, meteorológicas, etc., no son propicias y permanecer más tiempo a esas profundidades puede ser un riesgo por si mismo.