Algunos buceadores lo son de manera esporádica, bucean una pocas veces al año, o unas pocas veces cada varios años, tal vez cuando van de vacaciones a lugares generalmente tropicales. Otros bucean en forma mas asidua o en lugares no tan paradisíacos. Unos pocos se tiran en aguas frías, oscuras, de poca visibilidad, cargados con dos, tres, cuatro o más cilindros de gas cada vez que pueden. Algunos son felices visitando fierros retorcidos bajo el agua [1], otros disfrutan de cavernas y cuevas submarinas que aterran a quienes sin ser buceadores de cuevas miran sus imágenes. Y por supuesto existen combinaciones y variantes de todo tipo. Los buceadores venimos en muchos gustos y colores.
Pero cuando miramos la información a nuestro alrededor vemos un gran sesgo con respecto a quienes la originan y hacia quienes va dirigida. Parecería que algunos buceadores han tomado la iniciativa de comunicar al resto lo que deben hacer y cómo hacerlo; de manera tajante, absoluta, no abierta a debate. Según se desprende de sus palabras y de la forma con el que éstas son transmitidas, parecería que el resto de nosotros somos todos individuos sin mayor experiencia, inmaduros, incapaces de pensar y decidir por nosotros mismos [2]. Lamentablemente ésto es esperable en un grupo tan amplio y variado, insertado en una realidad donde comunicar ideas sin validación previa parece ser cada día más simple.
En ese caos de decires, aquellos que sean coincidentes comenzarán a notarse más que el resto que no guarda relación o no cuenta con la suficiente cantidad de adeptos comunicándolos, independientemente de que sean correctos o no en lo que afirman o implican. Una idea no tiene que ser cierta para que comience a ser aceptada como si lo fuera; solamente tiene que ser repetida lo suficiente, y más aún si es repetida por diferentes fuentes o individuos. Peor aún si dicha idea no es una flagrante mentira, sino una mera desviación de la realidad, o una verdad que aún no ha sido probada. En otras palabras, no todo lo que se escucha o lee, no importa cuán repetido esté, es necesariamente cierto. Eso es lógico y todos los sabemos.
Cuando estas verdades por repetición coinciden con las estrategias comerciales de grupos de interés, léase en nuestro caso organizaciones certificadoras, fabricantes de equipos, agencias de viajes, grandes operadores, etc., la resonancia que tienen es mucho mayor. Cuando todos parecen coincidir en que “nunca hay que bucear solo”, no podemos evitar el coincidir de alguna manera con esa “verdad por repetición”. Una vez que aceptamos esa verdad, nosotros mismos comenzamos a trabajar en racionalizarla y encontrarle pruebas. No lo podemos evitar, es parte de nuestra naturaleza.
Sucedió con Nitrox al principio. Empresas que hoy lo apoyan defenestraban a quienes lo sugerían. Se oponían con todas sus fuerzas a su introducción en el buceo recreativo; claro, en ese momento aún no tenían las herramientas para hacerlo rentable. Solamente cambiaron de actitud una vez que encontraron la forma de sumarlo a sus ofertas. Cuando algo puede producir ganancias, cuando se lo puede empaquetar y vender, cuando las responsabilidades civiles y penales que pueda traer aparejada su defensa no sean grandes limitantes, entonces aquello que era malo e indeseable pasa a ser novedoso o imprescindible.
De eso se trata la tutela, de la marcación de lo que a nuestro deporte le hace bien o mal en base a la sintonía con lo que a los mercaderes del buceo les convenga, y no solamente por parte de ellos. Muchos buzos son defensores voluntarios de aquello que los limita, los desfavorece y en algunos casos hasta les podría perjudicar.
“Éramos muchos y mi abuela tuvo familia” dice el dicho. Y pasa; además de los intereses de sectores de la industria y el afán de querer que les digan qué hacer y que no, que muchos buzos parecen disfrutar tanto, también algunas veces hay que lidiar con legislación ridícula e intromisoria en lo que podría ser considerado como terreno del libre albedrío del buceador.
Día tras día, artículo tras artículo, nos encontramos con indicaciones a rajatabla: lance su bolsa de elevación de ésta manera, penetre en el naufragio así y así, use éste tipo de equipamiento, de ésta única forma, no use aquello ni aquello ni aquello. Pero el deporte como tal no avanza hacia nuevos senderos [3] llevado a empujones por los vendedores y los contadores y abogados a sueldo de los mercaderes. Sino que lo hace por la colaboración mutua de sus practicantes mas asiduos y por el espíritu de aventura de los mas arrojados. Luego, bastante mas tarde y cuando las nuevas tendencias o ideas se tornan más estables y seguras, los mercaderes comienzan a incurrir en esos nuevos senderos y a masificar nuevas técnicas, tecnologías y procedimientos.
¿Quiere bucear en cuevas? Fantástico, entrénese y hágalo. ¿Desea bucear solo? Aprenda y dese el gusto. ¿Quiere visitar aquel naufragio a 80 metros de profundidad? Lo acompaño, pero debe saber lo que hace y tener el equipamiento adecuado. ¿Quiere bucear en la Antártida? Vaya y envíeme una foto a ver si algún día me animo a ver tanto hielo junto [4]. Ésas son el tipo de actitudes que un deporte que avanza necesita por parte de quienes lo practicamos en general, y de “la industria del buceo” en particular.
El buceo tutelado se torna aburrido; es un mero pasatiempo pasajero que conforma únicamente al turista del buceo. Sacúdase la tutela, se va a divertir mas, va a ahorrar plata y tal vez llegue a ir donde nadie ha ido antes, o por lo menos a donde usted aún no ha llegado o no ha soñado que podría hacerlo.
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[1] Yo soy uno de éstos.
[2] Antes de que pueda pensar que estoy cayendo en la misma actitud que estoy criticando, déjeme aclarar que en éstos párrafos estoy refiriéndome únicamente a un proceder al hablar o escribir sobre el tema buceo. No estoy hablando o refiriéndome a temas de buceo en si mismos, sino a estilos de comunicar ideas. Esas personas a las que estoy criticando pueden estar en lo cierto, pueden tener razón en parte o en todo lo que dicen en algunos casos en particular o en la mayoría de ellos, pero aún así pienso que ésa no es la forma de transmitirlo.
[3] Nuevos senderos que no sean el mero incremento de clientes practicantes o la completa ocupación de plazas en hoteles de lujo en centros de veraneo.
[4] He buceado en lugares fríos, también rodeado de nieve, pero aún nunca bajo hielo.