¿Para qué llevar con nosotros aquello que sabemos que no vamos a necesitar? La respuesta parece bastante obvia: no debemos hacerlo. No deberíamos cargar con implementos, herramientas, equipamiento, o lo que sea que se nos pueda ocurrir llevar con nosotros y que sepamos que no necesitaremos en la buceada en cuestión. Es un asunto de sentido común. Seguramente la enorme mayoría de nosotros estaremos de acuerdo en este punto. Sin embargo, y aquí es donde se complica el asunto, sabemos por amplia experiencia que no todos coincidimos en que es aquello que en una buceada puntual vamos a necesitar. Si lo hiciéramos se acabaría la discordia y no hablaríamos más del tema.
Establecer lo que nos puede llegar a ser necesario y lo que no, es una cuestión altamente subjetiva. Requiere conocimientos y experiencia. Está ligado a como encaremos el concepto de autosuficiencia, y debe considerar aquellos aspectos de redundancia que a nuestro propio juicio la buceada en cuestión amerite. Alguien podría afirmar que si pasamos a nuestro buceo recreativo por un filtro extremo de minimalismo absoluto terminaremos como buceadores a pulmón o diversificas. ¿Parece una broma, verdad? No lo es. Pregúntele a un buceador a pulmón porqué es lo que es y porqué mejor no se pasa a nuestro bando de buceadores autónomos (scuba). En alguna parte de su respuesta seguramente encontrará algo que haga referencia a no tener que cargar con equipamiento que él considera innecesario para el tipo de inmersión que a él le interesa. Con lo cual cabrá ahora preguntarse si el camino causal es que él hace lo que le interesa o que se ha convencido a si mismo de que solamente le interesa lo que hace.
Otro argumento minimalista que debemos atender es el de reducir la complejidad del equipo, minimizando posibles puntos de falla. ¿Por qué hacer nuestro equipamiento más complejo de lo que debería? ¿Por qué agregarle posibles puntos de falla? No hay porqué. Una vez más, casi todos coincidimos en ello. Pero también una vez más existen diferencias en lo que podemos llegar a considerar como “más complejo de lo que se debería”. Un recirculador es más complejo que un snorkel; ¿deberíamos renunciar a ellos y convertirnos en snorkelers?
Nuestra actitud minimalista debería ser la de llevar lo mínimo que puede llegar a sernos necesario, no lo mínimo posible. Al mismo tiempo debemos poner nuestro mayor esfuerzo en no agregar puntos de falla extra que pudieran llegar a comprometer la buceada por no contar con elementos o procedimientos alternativos. Siempre considerando todas aquellas posibles situaciones que pudiéndosenos presentar no posean una probabilidad de ocurrencia ínfima. Del párrafo anterior cabría preguntarse porqué querríamos agregar tales puntos de falla extra, aún contando con elementos o procedimientos alternativos que nos permitan sobrellevar la falla. La respuesta es simple: por una cuestión de comodidad, de simplicidad, o para poder cumplir con alguno de los objetivos planteados.
En definitiva, ¿por qué nos sumergimos en un ambiente hostil? Sabemos que nuestro bienestar y nuestra supervivencia dependerá de artilugios mecánicos y electrónicos, y que una falla podría llegar a costarnos la vida. Sabemos que nuestro organismo absorberá gases que deberán ser eliminados antes de poder emerger, y que errores o eventos inesperados podrían llegar a causarnos graves trastornos. ¿Por qué lo hacemos? Porque nos gusta. Porque es el pasatiempo que nos ha cautivado. Porque muchos de nosotros no queremos ni pensar en tener que abandonar este hobby, y si por motivos extremos nos viéramos obligados a hacerlo, sabemos que nuestras vidas se verán enormemente impactadas por ello. No nos planteamos la posibilidad de abandonarlo porque ahora sabemos los riesgos que implica y sus consecuencias. Aprendemos, entrenamos, y utilizamos equipamiento especializado. Es cierto, ponemos nuestro mayor esfuerzo en minimizar los riesgos, pero sabemos que no podemos eliminarlos por completo, y lo aceptamos. No queremos cambiar nuestro equipamiento por un snorkel, a pesar de reconocer que la complejidad del primero es inmensamente superior a la del segundo.